Reparaciones
Desafortunadamente, nuestras calderas de gas no tienen una vida útil eterna, por lo que de vez en cuando nos encontramos con que tenemos que afrontar varias reparaciones.
Si instalamos una caldera nueva, es muy recomendable contratar un servicio de mantenimiento, que aunque no nos librará de tener que realizar las reparaciones comunes en las calderas, sí que nos va a servir para mantener nuestra caldera totalmente operativa y en condiciones, evitando que las reparaciones sean más habituales de lo que debieran, y evitar que la caldera deje de funcionar de golpe, ya que una revisión a tiempo puede suponernos un ahorro tanto económico como un ahorro en disgustos por quedarnos sin calefacción o agua caliente.
Las reparaciones más habituales en las calderas de gas son las siguientes;
- Problemas de oxidación: muchas calderas sufren problemas de corrosión debido al tipo de agua. Un agua muy ácida en la caldera puede afectar al mecanismo interno de la caldera. Si tenemos contratado un servicio de mantenimiento, éste comprobará el estado de la caldera.
- Incrustaciones: en caso de aguas muy duras, con altos niveles de calcio y magnesio, pueden impedir la correcta circulación del agua en la caldera de gas, provocando averías que necesitan de reparación. Si nuestro servicio técnico revisa la caldera anualmente, suele aplicar un tratamiento preventivo mediante la limpieza de las incrustaciones.
- Fallos en los quemadores, filtros y electrodos. Las calderas de gas tienden a acumular polvo y hollín. Una falta de higiene puede conllevar a que las piezas mecánicas dejen de funcionar correctamente. La limpieza de estos elementos debe realizarse siempre por un experto, es peligroso manipular elementos de gas por parte de manos inexpertas. Aconsejamos contactar con un instalador de calderas que ofrezca el servicio de mantenimiento.
- La caldera parece no tener fuerza para calentar lo suficiente. En este caso, puede tratarse de que no se necesite una reparación propiamente dicha. A menudo ocurre que es necesario purgar los radiadores. Purgar el radiador significa extraer el aire que a veces se queda atrapado en los radiadores. Si un radiador no se purga, al menos un par de veces al año, puede que el aire contenido en el circuito afecte a la presión del agua en las tuberías y la caldera no caliente todo lo que tiene que calentar. Esta operación puede realizarla uno mismo, pero en caso de que no sepamos, recomendamos contactar con el servicio técnico para contratar un servicio de mantenimiento.
En resumen, como vemos, la mayoría de reparaciones más graves puede prevenirse contratando un servicio de mantenimiento, ya que una buena higiene y revisión de la caldera nos evitará reparaciones costosas.
Sin embargo, algunas reparaciones de carácter mecánico serán inevitables. Contactar siempre con buenos instaladores para evitar problemas a la larga.